El pasado sábado 23 de noviembre nuestras ANDAINAS CULTURAIS 5X8=40 nos llevaron a Corrubedo (Concello de Riveira). Os vamos a contar cómo nos fue el día.
Como suele suceder en nuestras andainas, el tiempo se portó muy bien. Por algún motivo desconocido, pese a estar pasando una temporada de lluvias como ya no se recordaba, Manitú ha decidido portarse bien con la Ruta dos Faros de Galicia. Antes de iniciar el relato, lo agradecemos.
Comenzamos la jornada concentrándonos a las 11:00, como viene siendo habitual en las últimas semanas. El lugar elegido fue el CIELGA (Centro de Interpretación de los Ecosistemas de Litoral de Galicia). Inevitablemente este centro tenía que estar situado aquí. En Corrubedo se encuentra la duna de mayores dimensiones de toda la costa gallega. Esta curiosidad mide más de 1 km de largo, unos 250 m de ancho y unos 20 m de altura. Es una duna móvil, cuyo comportamiento por momentos recuerda al de un ser vivo.
Actualmente las medidas de protección son muchas, estando prohibido caminar sobre ella; es para conocer sus secretos por lo que nos acercamos al CIELGA. Allí, nos proyectaron un vídeo explicativo, nos dieron una pequeña charla y nos dejaron visitar el museo; con todo ello nos pudimos hacer una correcta idea de su evolución, y de la fauna y flora que allí habita.
Tras este bonito museo, nos dirigimos al propio puerto de Corrubedo; allí nos aguardaban Mari Carmen y Julia, quienes tuvieron la deferencia de acompañarnos durante un buen rato para contarnos los pormenores de una vida dedicada al “marisqueo”. Una vida dura, difícil, que nadie quiere para sus hijos, pero de la que parece complicado separarse. Una curiosa paradoja: se desean oficinas para los hijos, pero nadie del sector cambiaría su día a día por trabajar encerrado en una. Algo para pensar con calma.
Mientras nuestras amigas continuaban con su relato, el mar se portaba como un cachorro, quería llamar la atención con sus juegos… y lo conseguía. Con frecuencia las olas sobrepasaban el espigón del puerto, dando lugar a bellas estampas que no eran fáciles de fotografiar.
Casi sin darnos cuenta, ya eran las 14:00. Nos acercamos a uno de los mesones del puerto para comer algo y prepararnos para la jornada de tarde.
A las 16:00 estábamos todos junto al faro de Corrubedo. La persona encargada de su próxima rehabilitación nos prestó las llaves para que pudiésemos subir a su magnífica terraza. El faro de Corrubedo solo tiene 14 metros, pero esta terraza de enormes dimensiones hace que resulte sencillo imaginar su futuro como el primer faro de España convertido en un hotel de cuatro estrellas y restaurante de dos tenedores. ¡Mucha suerte a los promotores del proyecto!
Llegó el momento de ponerse a caminar. Los días son cortos en esta época del año y no hay tiempo que perder. Caminamos por una llanura pedregosa. Hay senderos, pero nos sorprenden esas rocas afiladas que nos acompañan todo el rato. El mar también nos acompaña proporcionando la sintonía musical más adecuada al paseo.
Las piedras siguieron siendo las protagonistas de la andaina. Nos acercamos a la “pedra do canal”. Una curiosa roca con inscripciones misteriosas entre las que la leyenda también nos hace ver la huella del caballo (blanco) de Santiago. Resulta curioso, pero al igual que sucede con todos los petroglifos, el anochecer es el mejor momento para apreciar los relieves.
A nuestro lado, los recientemente reconocidos muros de “pedra seca” van jalonando nuestro camino de nuevo hasta la orilla de mar. Volvemos hacia el puerto por la playa do Prado. Antes hacemos referencia a un curioso aljibe destinado a suministrar agua a las embarcaciones.
La luz comienza a debilitarse. Seguimos nuestra ronda circular y poco a poco nos vamos acercando de nuevo al faro. Es buen momento de volver a coger las cámaras para quedarnos con el recuerdo de la puesta de sol tras el faro. Normalmente nuestra jornada finalizaría aquí, pero en esta ocasión tenemos una sorpresa para nuestros numerosos compañeros de ruta. En el Barbanza están radicadas algunas de las más importantes factorías conserveras de España, por lo cual nos parece muy adecuado realizar una degustación de sus productos.
Gracias de nuevo a Mari Carmen, quien nos acercó a un centro escolar para poder contar con un techo bajo el que sentirnos cómodos. Sardinas, zamburiñas, algas o mejillones fueron los culpables de que este vez terminásemos un poco tarde… ¡pero seguro que valió la pena!